Los pilares de las entidades de la economía social tienen fuerte presencia en Argentina

El cooperativismo participa con 15 % del PBI en el país y en muchos casos se trata de empresas que son las más importantes de las comunidades donde están insertas.

13-05-2021

Las entidades cooperativas representan un 15 % del PBI de Argentina y en muchos casos se trata de empresas que son las más importantes de las comunidades donde están insertas, según informó el director del Centro de Estudios de la Economía Social (CEES), Jorge Bragulat. “Hay más de 500 cooperativas eléctricas en Argentina, que son las empresas más grandes del pueblo, o la segunda o la tercera. Esto quiere decir que hay 500 municipios donde la empresa más importante es una cooperativa y los dueños son los vecinos”, ejemplificó.

Durante una conferencia online en el marco del Espacio de Actualización y Capacitación (ESAC) que impulsa el Departamento de Administración y Economías de la Universidad, Bragulat analizó los principios fundamentales de las entidades de la economía social y el peso que tienen actualmente en nuestro país. En ese sentido, destacó que los clubes, mutuales, cooperadoras, asociaciones civiles y cooperativas tienen una raigambre local. 

“Todas están vinculadas con el concepto de desarrollo local, de ahí que todo el proceso de la economía social surja de abajo hacia arriba, de lo local a lo nacional, e inclusive a lo internacional”, explicó. Asimismo, destacó que muchas de estas entidades surgen desde espacios marginales y luego se desarrollan. “Sancor nació en 1937, donde 8 o 10 productores de leche no tenían a quien venderle la manteca, se juntaron y trajeron la manteca a Buenos Aires para venderla. A partir de ahí fueron creciendo”, ilustró.

Según el especialista, esta dinámica se da como consecuencia de un modelo económico capitalista. “Es por esa cultura capitalista que se crean estructuras de la economía social por necesidad y no por convicción, que es la tarea que nosotros desde el espacio universitario estamos queriendo desarrollar”, aseguró. 

Otro de los aspectos que abordó en su charla es la centralidad que tiene la educación y el hecho de que en las cooperativas cada integrante tiene un voto en las decisiones sobre su rumbo. “Si cada persona tiene un voto, a todos les conviene que las personas tengan la mayor educación posible para que los niveles de discusión que tengamos sean elevados. Si se educa uno y los otros no, al final las votaciones van a estar arrastradas por las influencias de las capacidades de la gente”, aseguró.  

Para Bragulat, es muy diferente lo que ocurre con las organizaciones capitalistas. “Ahí quien tiene que conocer y saber es el dueño, que es el que decide directamente y no vota. Por lo tanto al dueño no le interesa la educación de sus empleados, no le hace al objetivo de la empresa una educación para ellos, le hace a los objetivos de su empresa una capacitación, el saber hacer y no el saber pensar”, agregó. Según él, esa mayor educación que se fomenta entre las personas que integran las cooperativas también se traduce en términos de convivencia ciudadana.

También remarcó que el hecho de que estas entidades no persigan el lucro no significa que sean deficitarias o que no generen ganancias. “Hay un excedente que se reparte de manera equitativa de acuerdo a lo que aportó cada socio”, definió, y dijo que eso también repercute en el plano político. Bragulat apuntó que las cooperativas contribuyen a que la base social sea más equitativa y con eso le “sacan presión al Estado para que redistribuya la riqueza cobrando más impuestos”.

Como insistió, se trata de construir de abajo hacia arriba y no de redistribuir todo de manera estatista, aunque los puentes con el Estado tienen que estar. “Si la política pública va en contra del cooperativismo, como lo hizo en los cuatro años anteriores, donde para organizar una cooperativa necesitabas un año de trámites, eso es desalentar, es generar emprendedores individuales, no redistribuidores de riqueza”, evaluó.

A su vez, comentó que con la pandemia van a surgir nuevas cooperativas de trabajo. “Cuando se levanten las persianas va a haber un tendal de empresas pequeñas y medianas que van a desaparecer, la cantidad de locales en alquiler es enorme, y eso es una prueba visible del asunto. La gente no se va a quedar en su casa, las reconversiones de empresas vinculadas a restaurantes y casas de comida van a ser muchas”, auguró. 

Bragulat ponderó que la economía social es un proyecto económico para cambiar la estructura social y que para eso se requiere un cambio cultural de valorización de las personas dentro de la economía. Pero también dijo que se puede pensar al revés, “como un proyecto cultural necesario para construir una sociedad mejor que no se puede hacer sin una transformación de la economía”.